Desde una perspectiva exterior, un equipo debe trabajar como si de un solo organismo se tratara. En un equipo eficaz, los intereses individuales se proyectan en los del grupo y se consigue que todas las piezas que lo conforman trabajen en perfecto sincronismo.
Lograr que un conjunto de individuos trabaje como un mecanismo cohesionado no es tarea fácil. Si bien comentábamos en la entrada sobre Coaching de equipos que es posible la ayuda externa de un coach para hacer andar el equipo, conseguir la adecuada cohesión y sintonía depende fundamentalmente de los miembros del grupo y de sus líderes.
Aplicando el ejemplo futbolístico, el entrenador puede elegir la alineación y la estrategia, pero una vez el balón comienza a rodar son los jugadores y su capitán los que son responsables de que funcionen como un equipo.
En el libro “Sabiduría de los equipos: el desarrollo de la organización de alto rendimiento”, de Jon Katzenbach y Douglas Smith, se recogen una serie de aspectos que deben ser revisados en todo momento por los líderes para que los equipos funcionen como un todo:
-Es importante tener en cuenta que un equipo debe tener un número reducido de miembros para buscar que todos puedan aportar y participar debidamente.
– Los miembros del equipo deben compartir un objetivo común que debe ser, además, compatible y convergente con los objetivos de cada uno de ellos.
-Se debe mantener una estructura perfectamente organizada, donde las normas sean claras para todos y se mantengan unas vías de comunicación abiertas y eficaces en todo momento. De esta forma se potencia la integración y la aportación creativa de los miembros, que pueden expresar con naturalidad sus ideas, sentimientos, opiniones y desacuerdos (Mailhiot, 1980).
– En la línea de lo anterior, el líder debe promover la plena participación de todos, no sólo en la ejecución de las tareas sino también en la toma de decisiones. De esta forma se ven favorecidos el sentimiento de pertenencia y el compromiso con el equipo.
– El trabajo en equipo se basa en la colaboración, la confianza y la ayuda mutua. Por ello, es a través de un clima de cooperación y no de competencia como se logra el funcionamiento óptimo.
– Es crucial que exista un ambiente propicio en donde se fomente una actitud positiva frente a los conflictos, promoviendo la crítica constructiva frente al rechazo, la apatía y la autocomplacencia.
Por último, un líder debe comprender que un equipo no sólo debe funcionar como un solo ser, sino que además es una organización única e irrepetible, y que la sustitución de cualquiera de los miembros o mecanismos que lo forman dará como resultado un equipo diferente.
Referencias
KATZENBACH, JON R. Y SMITH, DOUGLAS K. 1996. Sabiduría de los equipos: el desarrollo de la organización de alto rendimiento.
MAILHIOT, BERNARD. 1980. Dinámica y génesis de grupos.